Salvador Camarena
14/08/2012 - 12:01 am
Calderón y el posible PRIAN
Felipe Calderón Hinojosa quiere ser factor decisorio en el Partido Acción Nacional. Los panistas no tienen reglas escritas ni acuerdos tácitos sobre qué hacer con un ex presidente de la República emanado de sus filas. De dos que cubren ese perfil, Vicente Fox, que ya ni siquiera es consejero nacional, está amenazado de expulsión por […]
Felipe Calderón Hinojosa quiere ser factor decisorio en el Partido Acción Nacional. Los panistas no tienen reglas escritas ni acuerdos tácitos sobre qué hacer con un ex presidente de la República emanado de sus filas. De dos que cubren ese perfil, Vicente Fox, que ya ni siquiera es consejero nacional, está amenazado de expulsión por su apoyo en plena campaña a Peña Nieto y por las críticas a la labor de su sucesor. Mientras que Calderón ha trazado un plan para que en el futuro su mano sea una de las que mueva al PAN. Todo hace indicar que en lo inmediato triunfará, que será no solo un ex presidente de la República totalmente en activo, sino uno con influencia específica en el destino del blanquiazul. La pregunta no es si el michoacano ganó o no en su intento de ser parte de la “refundación”, como él la bautizó, de su casa política, la pregunta es ¿como para qué quiere él esa refundación? ¿Cuál sería el eje de ese PAN que Calderón quiere refundar?
Algunas crónicas señalaban que Calderón había sido bateado por sus compañeros el sábado en la reunión del Consejo Nacional. En realidad, el mandatario estuvo lejos de una derrota. El grupo del todavía habitante de Los Pinos logró que hubiera un mandato para que una Comisión realice un proyecto de reforma estatutaria y en ese cuerpo, los calderonistas son mayoría. Doce de los 20 integrantes son cercanos o afines a Calderón, comenzando por su hermana Luisa María, siguiendo con los ex presidentes panistas Germán Martínez, César Nava y Luis Felipe Bravo Mena; además están Jorge Zermeño, José González Morfín, el queretano José Báez, el yucateco Hugo Sánchez, el hidalguense Alejandro Moreno; y finalmente María Elena Álvarez de Vicencio, de Durango, Víctor Hugo Castañeda y la ex colaboradora de Margarita Zavaala, Guadalupe Suárez. En dos meses, esa comisión presentará un anteproyecto de reforma y convocará a la Asamblea demandada por Calderón.
El presidente Calderón podrá incidir en el rumbo que su partido tome para “volver a los fundamentos”, como él mismo dijo el sábado al insistir en la necesidad de una refundación. Pero ¿a qué fundamentos quiere volver el Presidente? ¿Qué partido quiere para el futuro? Porque en el pasado inmediato tenemos un Acción Nacional que puede decir que desde la oposición pudo negociar reformas y ganar posiciones políticas (principios de los noventa), pero que desde el gobierno federal fue incapaz de mostrar arrojo, creatividad y por supuesto efectividad para definir una nueva estructura de poder en México.
Los panistas se irán del poder y los viejos poderes fácticos –representados por empresarios y caciques sindicales– seguirán en donde estaban en el año 2000, y acaso más fortalecidos. Y en esa refundación, ni modo que Calderón diga que el PAN del futuro hable de combatir a las Elba Esther y a los Romero Deschamps, de fomentar la competencia en sectores estratégicos, o de ampliar la rendición de cuentas. El PAN ya no podrá enarbolar esas banderas sin al menos morderse la lengua.
Lo que ese partido sí podrá, y no necesariamente es una mala noticia, es aspirar a ser aquel PAN de finales de 1988. Ese partido que sabedor de que Carlos Salinas necesitaba un socio para legitimarse, supo poner en un pliego petitorio sus demandas democratizadoras y colaborar en la construcción de esa agenda.
El PAN del futuro, al menos del futuro inmediato, no será uno estructurado para volver a ganar Los Pinos. Ahí sí sueña Calderón cuando dice que quiere que su partido vuelva en seis años a la Presidencia, pues se necesitará más que eso para que olvidemos el pasmo que les ha caracterizado.
El PAN del futuro será, si bien les va, uno de ayer, uno que podría aspirar a incidir en el gobierno del PRI. Aunque falta un dato que no es menor. En 1988, con Luis H. Álvarez en la presidencia y Carlos Castillo Peraza en la conducción ideológica, los panistas supieron ganar influencia desde fuera del poder. Dos líderes que enfrentaron las críticas y defendieron la osadía de pactar con Salinas.
¿Quién pilotará a este “nuevo” PAN en las negociaciones con un PRI “reloaded”? ¿El mismísimo Felipe Calderón? ¿Diego Fernández de Cevallos? La refundación no traerá nuevos liderazgos, no en lo inmediato. Y líderes desgastados a pesar de no ser viejos, como Calderón y muchos de los suyos, quién sabe si sirvan para el futuro.
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